El ladrón de almas
Por Daniel Rubio
El ladrón de almas
Román entró en la habitación dispuesto a terminar con el sufrimiento que había comenzado hace un año con la pérdida de su esposa. La oscuridad del cuarto parecía querer arrancarle el alma de cuajo, pues tras esa oscuridad todavía podía oler su perfume. E incluso si cerraba los ojos, era capaz de escuchar cómo lo llamaba. Si acariciaba el aire polvoriento, notaba su piel en un breve arrebato de magia conocedora de lo imposible. Román ocultó su dolor y agonía en noches tórridas con sabor a whisky y mujeres de amor fácil.
No hizo amago por encender la luz, conocía demasiado bien esa habitación y con la escasa luz que se colaba por el umbral era suficiente. Abrió el armario tanteando entre las perchas hasta que un sonido plastificado delató que había encontrado lo que buscaba. Con sumo cuidado, extendió una por una las prendas sobre la cama. La pesadez que sintió mientras se desvestía se le antojaba extraña, viendo el ambiente enrarecido o sin gravedad alguna. Sus movimientos eran, como poco, solemnes.
Lanzó una mirada rápida a una de las vigas del techo que su mujer se empeñó en barnizar y dejar al descubierto para darle calidez al cuarto. Román pesaba cerca de cien kilogramos y se preguntó si sería capaz de aguantar su peso. De debajo de la cama sacó la soga con la que perpetraría su propio asesinato y la lanzó al aire para cruzarla sobre la viga de mobila. Logrando encaramarla en el primer intento. Se dijo para sí mismo que eso era una señal. Acercó una de las butacas que había junto a la cómoda y se subió encima con la única intención de hacer un buen nudo a la cuerda, no quería que este se deshiciese con su peso. Comprobó que todo estaba en orden y comenzó a enfundarse las prendas que había colocado en la cama.
Al tiempo que Román se inclinó hacia delante para atarse los cordones de los zapatos, llamó su atención una tenue luz blanca con cierto tono purpúreo que nació de la nada. Alzó la mirada, pero tuvo que mirar hacia atrás para averiguar de dónde procedía esa emisión. No podía creer lo que estaban viendo sus ojos, aún así, se echó hacia atrás quedando prisionero entre el ánima y el armario.
—¿Clara? —Llamó Román.
Pero el ente, en vez de responder a su llamada, se lanzó contra él y le introdujo la mano en el pecho atrapando el desenfrenado corazón de Román, que de no ser por la fuerza que ejercía la luminiscencia, habría caído al suelo.
—Hay quién te espera al otro lado a causa de la vida que has llevado en el último año y que pretendías encumbrar con lo que ibas a hacer ahora. Y no me gustaría que tu agonía perpetuase eternamente junto al ladrón de almas —Román no podía más que mirar al ente sin terminar de comprender lo que le estaba diciendo—. Pero tranquilo, yo estoy aquí.
Román amaneció vigilado por uno de los médicos que se habían encargado de él durante toda la noche. Miraba todo cuanto había a su alrededor sin comprender qué es lo que había ocurrido. Todavía palpitaba en su cabeza lo que había acaecido en su cuarto, solo que era como si hubiese sido un sueño.
—¿Qué ha pasado? —Se decidió a preguntar.
—Le ha dado un infarto, Román —contestó el médico mientras lo auscultaba—. Y debería darle las gracias a su asistenta, que fue quién llamó y lo pudimos coger a tiempo.
Pasó una semana confinado en aquella habitación de hospital sin molestarse en saber cuál era. Ni siquiera quiso saber más de la llamada que lo había llevado allí con vida, pero él no tenía asistenta y eso sí que lo tenía claro.
Cuando llegó a su casa lo primero que hizo fue subir a la habitación. No quedaba ni rastro de la soga que anudó en la viga. Abrió el armario y comprobó que el traje de su boda todavía permanecía en su funda de plástico. Pensó que todo era muy extraño y comenzó a sentirse aturdido, decidió ir hacia la cocina para prepararse una copa de whisky y se fijó en el teléfono que había junto a la entrada de la vivienda, que pendía del cable rizado casi rozando el suelo. Lo recogió y se lo colocó en la oreja, pero tan solo un zumbido intermitente se apreciaba al otro lado. Lo colgó y se encaminó a la cocina, pero justo en ese momento sonó el teléfono. Retrocedió los dos pasos que había avanzado y se colocó el auricular, dejando entre este y su oído una distancia prudencial.
—¿Diga? —Contestó.
—Vive.
muy bueno macho, cada día me gusta más como escribes, espero aprender mucho de ti.
ResponderEliminarun fuerte abrazo
Jo Daniel, pareces bipolar, con lo bruto que eres algunas veces y que sentimientos haces que nos afloren cuando escribes. Me ha encantado.
ResponderEliminarMuy buen relato. Vas por el camino correcto, amigo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a si mismos una y otra vez.Me gusta esta frase,vive.
ResponderEliminarNo me gusta, me encanta!!!
ResponderEliminarMuy buena historia Daniel (despues de leer esto no te puedo llamar trasno)
Muchísimas gracias a todos, sin vosotros esto no tendría sentido.
ResponderEliminarA mí también me ha gustado mucho la historia, como ya te han dicho los otros lectores del blog tus cuentos cada vez están mejor escritos y son más absorbentes. Estoy seguro de que la novela será por lo menos igual de buena.
ResponderEliminarEmpiezo a leer, um que buena pinta sigo...y el corazón se estremece.He estado a punto de abandonar se me agolpaban mis recuerdos y al final me he emocionado.
ResponderEliminarSabes lo que más me ha gustado?VIVE
Ese "Vive" del final vale millones, Daniel. Por motivos personales he empezado a leerlo con cierta prevención, porque me traía muchos recuerdos, pero a medida que iba avanzando me enganchaba cada vez un poco más. Muy bueno, de verdad. te felicito.
ResponderEliminarEs fantástico Dani.
ResponderEliminarTe engancha desde la primera frase y no te suelta hasta ese último "Vive".
Con el corazón en un puño me has tenido durante todo el relato.
Enhorabuena por tu forma de "juntar las palabras"
Supongo que habra una continuación, me has dejado intrigado o se queda ahí la cosa para poner nosotros algo de nuestra parte...
ResponderEliminarMe ha encantado...
Jooope macho, que intensidad, esa extraña mezcla de real dolor y ente paranormal, esa pizca de esperanza y señales del mas allá, te ha quedado sublime, me gusta, me gusta, me has tenido con el culo despegado de la silla durante todo el relato, muy bueno si señor. Un beso y gracias por el buen rato corazón :D
ResponderEliminarMe has dejado impactada... Genial muy chulo... Intrigada hasta el final... Pero soy un poco tonta y el final me he quedado con un poco de duda... Enrollate y me mandas un men privado y me explicas porfi jijiji muackkkkkk tesoro
ResponderEliminarBuenos dias Daniel, vengo del Blog de Fus, agradezco tus palabras e interes.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Jesus
Gracias a todos por vuestros comentarios, estoy más que contento con este relato breve.
ResponderEliminarUn abrazo.
Superintrigante Daniel, eso lo tienes que continuar porque veo que nos has dejado a todos espectantes.
ResponderEliminarEstupendo relato!
La intriga nos ha dejado a todos tus seguidores pensando si este es el final o si nos podrà sorprender con otro relato continuando la misma historia. Como siempre campeòn...magistral.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Muy, muy cuidado Daniel. Y mantenido!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho
Besos
Gracias. Os digo que no pensaba continuarlo, pero igual...
ResponderEliminarUn abrazaco para todos.
¡Genial! Que he hecho una visita de cortesía y me quedaré...No por cortesía sino por placer ^^
ResponderEliminar>Pues muchas gracias!!
ResponderEliminarDaniel. Te mando saludos y decirte que vengas a recoger tu premio a mi blog.
ResponderEliminar¡Un beso!
Pufffff, sencillamente genial. Me ha encantado.
ResponderEliminarDisfrutamos de tus escritos,
ResponderEliminary por eso un premio: Premio Liebster
http://perrogemelo.blogspot.com.es/2011/02/mi-primer-blog.html
Es bueno.
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Pasate por mi blog, tienes sorpresita :)
ResponderEliminarEnganchas desde el principio.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Hola Dani, me ha encantado el "Ladrón de almas". Mucha intensidad con muy pocas líneas. Es un relato de los que no se olvidan facilmente. Me ha recordado un poco al estilo descriptivo de Clive Barker (mi escritor favorito del género de Terror), casi se podía sentir el polvo de la habitación al sumegirte en el relato. Eres mejor de lo que creía. Estoy impaciente por leer el siguiente. Un abrazo. P.D. Soy Pacheco ;)
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado!! Y de paso me has subido la moral una barbaridad!!!
ResponderEliminarGracias campeón.