Un regalo para mi madre
Por Daniel Rubio Un regalo para mi madre Cuando era joven, me parecía que era la madre más hermosa que se podía tener. Tenía unos labios preciosos a pesar de su escasez, pues a duras penas se podían ver, a no ser que se los untara en rojo; grandes ojos negros, con un brillo perdido por el exceso, y una larga melena negra, que parecía un retazo de seda compuesto de hilos sueltos y finos. En parte, quiero darle las gracias por no haberme dado la oportunidad de conocer a mi padre, que seguro disfruta de su familia sin acordarse de mí. Por él, tengo hermanos a los que no conozco, aunque tampoco me hace ilusión conocerlos, pues no creo que ellos me hayan buscado. Y esto lo digo por una pequeña experiencia en mis tiempos de orfanato. No le daré nunca las gracias por las ocasiones en que la he pillado pinchándose, fumando en base o con el mono; pero sí le daré las gracia...