Oscuridad al sol, calor a la luna
Oscuridad al sol, calor a la luna
Vivimos en grandes ciudades y en pequeñas poblaciones. Somos capaces de habitar en lugares inhóspitos con la única intención de desafiar nuestra naturaleza física.
Pero lo cierto es que ella es quien nos desafía a nosotros. Es ella la que nos muestra lo crueles que podemos llegar a ser sin que aprendamos de nuestros errores. No habría guerras si fuese así. No existiría el egoísmo que nos gobierna cada día con objetivos puramente personales y no miraríamos hacia otro lado cuando se nos muestra el hambre.
El amor no tendría límites y ya no existiría una raza que nos diferenciase, ni religión que nos separase. No existirían las armas ni ese oscuro negocio que llamamos fronteras. No abusaríamos de cuanto nos rodea y no nos divertiríamos haciéndonos daño. Amaríamos a nuestros animales y les daríamos las gracias al tiempo que les pediríamos perdón, sería supervivencia, ni un deporte, ni un arte.
Saldríamos a la calle con una sonrisa en la boca y desaparecería el temor a pasar desapercibido, a ser un alma más en una ciudad repleta, sin etiquetas, todos iguales.
Pero eso nunca va ocurrir. Es imposible porque sería ir en contra de nuestra naturaleza más íntima. Sería como pedir oscuridad al sol y calor a la luna.
Sería, es, el mayor desafío a la humanidad.
Nada que añadir a tan fantástica reflexión que suena a voz profunda de conciencia casi.
ResponderEliminarBueno sí, una cosa...
Así nos luce el pelo.
Un abrazo
Es un desafío muy grande, me gusto mucho el texto, pero me gusta pensar que todo puede cambiar
ResponderEliminarOjalá y puediésemos cambiar, eso sería la leche. Un abrazo.
ResponderEliminarQué maravilloso sería despreocuparse, confiando en el razonamiento de los demás y en el de uno propio. Abrir los brazos y decir... todo irá bien porque todos queremos que vaya bien...!Y lucharemos por eso!
ResponderEliminarUna utopía...!?
Me ha gustado mucho, Daniel! ;)
Para que suceda lo que pides en tu texto, Daniel, tendrán que pasar varios siglos, incluso milenios. Estamos aún atrapados en la animalidad, y es esta animalidad la que hace que surjan las batallas, a partir de las cuales,al final, el ganador decide qué hacer con sus víctimas. Y no estoy pensando en las batallas declaradas como guerras o revoluciones. Hablo de las batallas del día a día. Tal parece que la vida se ha vuelto nada más que un campo de batalla. Esto continuará, repito, mientras la animalidad por la que nos movemos siga siendo la gran fuerza que nos impulsa.
ResponderEliminarSaludos
Utopias, quimeras, paraisos, quién no los anhela?
ResponderEliminarUn texto estupendo, reflexivo, reivindicativo, me gusta :DD
Si no te importa pasaré por aqui de vez en cuando
Encantada de conocerte